¿Aún no ha cesado la horrible noche? ‘Mi Pequeña Eulalia en una patria sin dueño’…

La alineación de dos historias, el acontecimiento histórico de la muerte de Jorge Eliecer Gaitán y el hecho acreditado de ‘La masacre de las bananeras’, interconectado con ‘Erasmo’, da origen a ‘Mi Pequeña Eulalia’, una historia ficticia que representa a la Patria sin Dueño que arrasa con la esperanza de sus protagonistas…

 

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‘Mi Pequeña Eulalia’

 

Una historia imaginaria en una verdadera ‘Patria sin Dueño’

 

Con la frialdad y dureza que supone recordar la ‘época de la Violencia en Colombia’ y la magistral pluma de Aída Yepes, se gesta ‘Mi Pequeña Eulalia’, una historia que, aunque ficticia, se convierte en la representación de una familia arrasada por el enfrentamiento entre ‘cachiporros’ y ‘chulavitas’.

 

La novela narra los dolorosos hechos que se desencadenan con el asesinato del líder político que reencarnó la esperanza de una Patria que se sumergía en la desesperanza y que luego de los hechos conocidos como ‘El Bogotazo’ cambiarían por completo el rumbo de una Nación sin ilusión y ‘sin dueño’.

 

Contexto de ‘Mi pequeña Eulalia en una patria sin Dueño’

 

Fotografiada en Bogotá, sede del contexto real y el municipio de Frontino, escenario de la ficticia pero casi palpable pequeña Eulalia, la historia narra los actos de las emisoras que difundieron la muerte del ‘caudillo del pueblo’, la lucha por la toma del poder y la confusión y desasosiego exacerbados.

 

La insensatez del magnicidio, el posterior caos generado y los devastadores acontecimientos posteriores de todos los bandos, recaen sobre Eulalia, Gloria Gaitán y Gonzalo Ospina, tres niños que representan las grandes facciones del conflicto de la ‘patria sin dueño’, sumergida en la desesperación, la represión y la zozobra reinantes.

 

Aída Yepes, autora de ‘Mi Pequeña Eulalia en una patria sin dueño’

 

Sobre la autora

 

Imagen: Aída Yepes.

 

Aída Luz Yepes es la mente brillante detrás de esta desgarradora pero espléndidamente narrada historia, su segunda obra literaria. Nacida en Caicedonia, Valle del Cauca, esta escritora colombiana es abogada, especialista en derecho laboral y seguridad social, con estudios en ciencia política y maestría en dirección de desarrollo local.


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La ‘patria sin dueño’ de ‘Mi pequeña Eulalia’

 

En la Revista ‘Debate Estratégico Siglo XXI - Asuntos Públicos’, dialogamos con la célebre escritora colombiana, Aída Yepes, autora de ‘Mi pequeña Eulalia en una patria sin dueño’, quien nos compartió su visión sobre la alineación de los dos hechos, el real y el ficticio, que confluyen en su obra.

 


Revista Debate Estratégico: Eulalia representa a las almas enfrascadas en un conflicto que no escogieron, en una patria desangrada, que pone a los niños en el centro de los conflictos ¿por qué elegir a una niña de 14 años y girar la cruda historia social colombiana en torno a ella?


 

Aída Yepes: El libre albedrío del escritor es la constante. Cuando se escribe, se está en una permanente toma de decisiones: se elige un nombre, una circunstancia de espacio o tiempo, un perfil concluyente, etc. En el caso particular de ‘Mi pequeña Eulalia’, la primera determinación fue escribir sobre la violencia.


 

Luego de esto, me enfoqué en el escenario, mi segunda elección. Luego, fui moldeando el personaje principal, ajustándolo a las circunstancias y la atmósfera donde se desenvolvería la trama. El protagonista de esta novela debía ser muy preciso y contundente, debía evolucionar, debía ser la encarnación de toda la historia desarrollada…


 

¿Por qué entonces una niña de 14 años? Sencillo, sólo un personaje de las características de Eulalia puede ser la representación, el nombre, voz y alma de la infancia sumida en una guerra que no les pertenece y ser el referente de que las víctimas de la violencia no tienen un estatus exclusivo.


 

De hecho, en un apartado de la novela, el tío de Eulalia, Miguel se cuestiona este hecho: “¿En qué parte del camino se perdieron nuestros niños? ¿Cómo podemos esperar un mañana para ellos si forjamos su infancia en la rivalidad, el enfrentamiento y el exterminio?”.


 

R.D.E.: ¿Por qué es una Patria sin dueño? ¿no será más bien que la Patria tiene unos dueños ocultos que tejen los hilos del poder en una pantomima que sólo busca sus propios beneficios e intereses?


 

A.Y.: Esa es una lectura muy válida, teniéndose en cuenta que no hay poder sin fachadas e intereses; pero, sobre este particular, se han hecho otras apreciaciones. Al reseñar la obra, el doctor Lizandro Penagos Cortes hace referencia a ‘una patria con dueños de dos colores: conservadores y liberales’.

 


En lo que concierne al título de la obra y el porqué de ‘una patria sin dueño’, autora consideré que las cosas abandonadas no tienen dueño y Mi pequeña Eulalia tiene esa impronta: la del abandono del Estado, la decidía, la falta de atención y la desilusión del olvido.


 

En ese sentido, en las páginas de ‘Mi pequeña Eulalia’ se lee que “El Gobierno y el régimen pasan, al igual que la carne y el espíritu del combatiente; solo un pedazo de tierra queda, un territorio de nadie, una patria sin dueño”.


 

Proceso creciente de destrucción social en la ‘patria sin dueño’

 


R.D.E.: En el contexto del libro y paralelo a los más de dos meses de Paro Nacional, existen varios conflictos superpuestos que agudizan la crisis social ¿por qué cree que en Colombia nos enfrentamos todos contra todos? ¿es una cuestión de confusión y desasosiego producto de las mismas crisis existentes?

 


A.Y.: Colombia siempre ha registrado, en toda su intensidad, conflictos de toda índole. La sucesión de hechos violentos y tensos no se han detenido ni para tomar aire y esto es verificable en cualquier recodo de la historia. En el marco de las protestas, algunos más que todos, todos radicalizan sus posiciones.


 

Lo que sí es inquebrantable es el desencuentro: no existe la capacidad para llegar a un mínimo consenso y cuando parece cerca, desaparece, porque nadie es capaz de sostenerlo. Esto ha reducido a Colombia a dos posturas, en las que no hay punto de inflexión ni de quiebre.


 

No hay quien asuma responsabilidad frente al equívoco y es más fácil culpar al otro que ofrecer excusas. Esto retrata ‘Mi pequeña Eulalia’, la tensión vivida en el marco de unas posturas férreas e inamovibles, radicalizadas por hechos violentos que generan nuevas y peores crisis.


 

R.D.E.: En el mismo sentido ¿cree usted que el Gobierno Nacional y las FF.MM. de un País como Colombia no sólo dictan las reglas del juego político, sino que, además, debido a esa misma confusión y caos, caen en una situación de desespero e insensatez y actúan por sobrevivencia?


 

A.Y.: Estos modelos de comportamiento se ven reflejados en muchas de las páginas de ‘Mi pequeña Eulalia en una patria sin dueño’. En ella, hay escenas donde se evidencia el maridaje que hay entre el Gobierno y las Fuerzas Militares (con todas sus complejidades y retos implicados).

 


En algunos momentos, sólo se percibe la manipulación como esencia misma del quehacer político y en otras situaciones se evidencian irracionalidades y absurdos a causa del desespero e insensatez.

 


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R.D.E.: En muchos apartados del libro se observa cómo los medios de comunicación -especialmente los clandestinos, encienden aún más la voraz llama de la hecatombe social ¿cree usted que les cabe una responsabilidad social en el futuro de los niños y la población?

 


Visto desde otra orilla ¿Considera usted que, por el contrario, debido a esa confusión, caos y desolación, son simplemente otras fichas más del juego político y económico, el cual se logra dimensionar al observar desde lejos el turbulento panorama social?

 


A.Y.: La novela empieza en la terrible tarde en que mataron a Jorge Eliecer Gaitán y la consecuente activación de emisoras clandestinas, difundiendo la noticia y convocando al derrocamiento del Gobierno y a la toma del poder. La responsabilidad de los medios, en este momento histórico, está en el haber incendiado los ánimos.

 


Los medios de comunicación están dotados de gran dominio e influencia en los asuntos políticos de un país y son un factor de poder en la definición de resultados electorales, el ejercicio ético del periodismo debe ser, entonces, perceptible; debe sentirse y degustarse en sentido llano de la responsabilidad social.

 


El rol de los medios de comunicación no sólo debe limitarse a informar, lo ideal es que se constituyan en ficha clave del cambio social, ya que cuentan con un alcance incalculable, tienen la capacidad de generar contenidos, cimientan realidades e influyen en la agenda pública.

 


De ahí la importancia de que se constituyan en aliados de la promoción de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, así como de toda la población en general, y se conviertan en propiciadores de encuentros y consensos.

 


Rescate caudillista de la ‘patria sin dueño’

 


R.D.E.: Gaitán es el personaje social, salvador y redentor de la ‘patria sin dueño’ y su deceso estalla en la furia y la catástrofe ¿considera que centrar las esperanzas en una persona como símbolo de lucha es una cuestión latina? ¿qué tanto incide esta condición en pueblos como el colombiano?

 

A.Y.: Han transcurrido 73 años desde su muerte y aún se presupone que era el caudillo que hubiera transformado a Colombia, una malograda posibilidad con su magnicidio del 9 de abril de 1948; lo verificable, entonces, es que este suceso desencadenó una revuelta que sigue girando como espiral, fraccionando nuestra historia con una sucesión de crisis sociales, políticas y de orden público.

 

Concretándonos a la pregunta: si bien es cierto, el caudillismo es un concepto utilizado casi de manera exclusiva en la historia latinoamericana, este vocablo es elástico a la hora de su uso, porque las personalidades a quienes se les ha rotulado este término han sido muy disimiles en motivaciones e intereses, y, entre ellos, son pocos los que han representado el símbolo de lucha y rescate.

 


Igualmente, en contrario, en el resto del mundo hay cabezas visibles, líderes claves en el futuro de un país sobre los cuales se han centrado esperanzas redentoras: verdaderos conductores de la historia.

 


‘Amarras terrenales diabólicas’ de la ‘patria sin dueño’

 


R.D.E.: En la novela, el tío de Eulalia, Miguel recuerda un apartado del prólogo de 'La revolución del proletariado' en la que describe una óptica sobre la agudización social producto de las crisis acumuladas del sistema capitalista ¿cree usted que este modelo económico podría representar las ‘diabólicas amarras terrenales’ temidas por los creyentes católicos de la época de Eulalia?

 


A.Y.: Que buena oportunidad para resaltar este apartado:

 

“El sistema capitalista manda mierda, pues no es más que la acumulación de excremento producido por las diferentes crisis que siempre lo han caracterizado: crisis institucionales que mantienen a sus estados desplomados, no permitiendo que sirvan ni para dar con exactitud las cifras de los muertos que ellos mismos producen con sus actuaciones nefastas; crisis políticas que solo provocan el derramamiento de la sangre de sus pueblos incautos, mientras sus dirigencias oligárquicas imperturbables se las pasan de pacto en pacto; crisis laborales desplegadas en varias direcciones con ilegalización de huelgas, arremetidas contra líderes sociales y represiones militares; crisis económicas que evidencian a todas luces la ecuación perfecta emergida de la violencia y la expansión de capital: ofensiva antisindical asegura tasas de ganancia”.

 

Dentro de la obra, este debe leerse como la visión socialista frente al capitalismo de la época, en el contexto histórico propio del momento en el que acontecen los hechos descritos en sus páginas.

 


En cuanto a mi consideración personal, las ‘amarras terrenales diabólicas’ son más que las crisis allí descritas y son independientes al sistema económico imperante, entre ellas, la codicia, el desenfreno sexual, el poder, la violación, la manipulación, la corrupción, la depredación emocional.

 

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REVISTA DEBATE ESTRATÉGICO SIGLO XXI

Asuntos Públicos & Corporativos

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